viernes, 11 de abril de 2008

El Metro (Parte 2)

Bueno fué un día muy dificil, como en otras ocasiones las cosas no han salido como yo esperaba, finalmente ya es hora de partir de regreso a la casa, la verdad es que no tengo deseos de ir a algún otro lugar solo quiero llegar y dormir un poco. Para mi mala suerte parece que va a llover, bueno, creo que no me mojaré mucho, el metro esta a dos cuadras de aqui y apenas son las 18:30... bajo el elevador, saludo a la recepcionista y salgo del edificio como todos los días, parece que si esta lloviendo algo fuerte, trataré de apresurar el paso para llegar al metro lo antes posible y evitar mojerme mucho.

Que desconsideración de la gente, algunos traen paragüas y van caminando como si estuvieran en el parque, lo que ocasiona que los que no traemos paragüas nos estemos mojando, lo peor de todo es que se dan cuenta y ni así se quitan, esto sólo puede suceder en México. Finalmente logré entrar al metro pero pues si me mojé, lo cual me desagrada enormemente, apenas estoy bajando las escaleras y ya se siente un calor insoportable que fluye por las escaleras y hasta la superficie, como es de imaginarse es la hora de salida para mucha gente que trabaja en Polanco, aparte esta lloviendo y por si fuera poco hay una fila enorme para entrar, sólo eso me faltaba, mojado, con este calor infernal y todavía tengo que formarme en esta fila de por lo menos 30 gentes para poder ingresar al metro, afortunadamente en la mañana compré algunos boletos, lo cual me evita hacer dos filas... ya estoy bajando por las escaleras y el calor se incrementa, de por si en los torniquetes se sentía fuerte aqui esta peor... no quiero imaginarme como estará en los andenes, en fin, pensaré con optimismo, que tan mal puede estar, mejor voy a encender mi iPod asi puede ser un poco mas agradable mi viaje.

Ya estoy en el andén y, vaya que hay gente!! lo peor de todo es que ya han pasado casi 10 minutos y no ha pasado ningún tren, eso me preocupa, ya casi no puede caminar la gente por el andén, cuando llegue el convoy esto va a ser un maniconio seguramente. Finalmente el tren llega y entre empujones y pisotones ya me estoy abriendo paso para entrar al vagón, no cabe un alfiler, no importa si no hay de donde agarrarse, vamos tan apretados que los demás te detendrán en todo momento... por si fuera poco el operador de este tren ha apagado las luces y se escucha como los motores y todo el sistema del tren se apaga, SOLO ESO FALTABA, llega mas gente e intenta introducirse a como de lugar al vagón, veo con sorpresa cómo un tipo toma vuelo y se lanza contra la gente que no lo deja pasar al interior, increiblemente esta persona se ha introducido por la fuerza ante la molestia de todos los demás, sin embargo nadie dice nada, todos queremos irnos ya de esta estación y lo que menos queremos es tener un problema por un empujón.

Después de casi quince minutos el tren enciende nuevamente todos sus sistemas, aunque la ropa húmeda de la gente ha provocado que se convierta en vapor por el intenso calor que hace aqui adentro, el aire enrarecido, el fétido olor que emerge de la ropa de los usuarios y la presión ejercida por la gran cantidad de gente que esta siendo contenida por las paredes de este tren asfixia a mas de uno. El tren emite la señal de alarma para cerrar las puertas, después de varios intentos se logran cerrar éstas. Avanzamos pero a una velocidad mínima, se puede sentir que no vamos ni a 40 km/h, el sudor corre por los rostros de cada usuario, no falta quien le pida un pañuelo deshechable a una señora para tratar de remover este líquido por demás desagradable de sus caras.

Han sido los 30 minutos mas largos que pueda recordar pero ya estamos llegando a Tacubaya, en las estaciones anteriores prácticamente nadie subió, de hecho no podían era imposible hacerlo. En metro abre las puertas y la gente empuja como si esto pudiera solucionar la lentidud con la que se desplaza esta gente, puedo sentir mi ropa pegada al cuerpo por el sudor, creo que no tengo que explicar lo desagradable que és, lo que viví en la mañana no se compara a esto, es el infierno.

Creí que nada podría empeorar este escenario, pero así fué, veo con sorpresa que las luces estan apagadas en el tunel que hace el transborde a la linea 7, se ve poco, pero tenemos que seguir, ademas es imposible detenerse la gente esta empujando y mas vale seguir o podría ocurrir un accidente, cuando más obscuro se pone el tunel logro escuchar la advertencia de un usuario: --¡Cuidado!-- aunque no logro ubicar en donde esta el peligro, sin embargo moví mi cabeza pensando que algo podría estar cayendo del techo, asi como yo varios hicieron lo mismo, de repente pude escuchar el grito de otro usuario --¡Me lleva la chingada!-- al mismo tiempo el fétido olor a excremento se hizo aparecer, no se cómo pero alguien había defecado en el interior del metro y lo hizo precisamente donde no había luz, por suerte yo pasé apenas medio metro de donde estaba aquel montículo maloliente, sin embargo la gente que venía detrás no pudo evitar pisarlo, con lo cuál el fétido olor se extendió hasta las escaleras eléctricas que llevan a la superficie, yo no podía creer esto y, tuve que verlo para comprobar que era cierto.

Ya estoy llegando a la última escalera apenas para llegar a los torniquetes, mi ropa se empieza a despegar pero aun así no deja de ser asqueroso. La gente amontonada en la entrada al metro impide que los demás podamos entrar o salir, sin embargo a empujones nos abrimos paso y logramos salir, la lluvia no deja de caer pero yo quiero llegar a mi casa, asi que abordo el primer autobús que veo, sólo son unas cuadras realmente no importa si voy de pié. Ya estando arriba veo con indignación que el chofer estar esperando que su autobús se llene hasta que la gente vaya colgada de este vehículo, hasta que la gente empieza a lanzar consignas contra el chofer es cuando avanza y finalmente sale de la base con rumbo a Santa Fé. Después de varias cuadras el aguacero es inminente, aunque por fortuna traigo un paraguas que por cierto gané en una rifa, no importa me va a servir para cubrirme las dos cuadras que todavía tengo que caminar.

Me bajo del autobús y como puedo abro mi paragüas pero la intensa lluvia no perdona y con todo y paragüas me estoy mojando en serio, no puedo correr ya que podría resbalar con el barro que hay en lo que fuera hace unas semanas la banqueta, gracias a los señores de la delegación que deciden cambiar el concreto de las banquetas "porque ya esta deteriorado" deberían de tapar los baches y no estar cambiando las banquetas pero bueno, después de algunos minutos llego a mi casa abro la puerta mojado, cansado, frustrado, indignado, lo primero que veo es mi coche que no he usado en varias semanas, limpio, seco y en su lugar tal cual lo dejé la última vez que lo usé, al demonio con el metro, mañana empiezo a usar otra vez mi coche no se que estaba pensando cuando dejé de usarlo, prefiero estar una hora en el tráfico pero seco, con aire acondicionado, escuchando música y cómodo. El transporte público de esta ciudad es una reverenda porquería.

No hay comentarios: